jueves, 29 de octubre de 2009

Parashat Hashavua

Tishrei 5761

De Shabat en Shabat

PARASHAT LEJ LEJÁ

Lectura de Torá: Génesis 12:1-17:27 Haftará: Isaías 40:27-41:16

“Dijo Adonai a Abraham: Vete de tu país y de tu lugar natal y de la casa de tu padre, a la tierra que habré de mostrarte”. (Génesis 12:1).

LA FE DE ABRAHAM

El hombre es todo el hombre, con todos sus momentos. Reducirlo a unas situaciones y pasar por alto otras, sería construir una falsa imagen. Lo que no hace la Biblia, no debe hacerlo el lector.

Abraham es la suma de todos los momentos en la vida de Abraham, en la casa, en la calle, con Dios, con su esposa, con el Rey de Sodoma, frente a los libidinosos ojos de los egipcios. Todos son idénticamente sus problemas.

También su fe no es algo monolítico, de una sola pieza o color. También su fe tiene momentos.

“Momento” es del latín movimentum. Lo que se mueve, pasa, va, viene, cambia. Un hombre viviente es un sujeto cambiante.

Así vemos que al comienzo de Génesis 12 Abraham acepta la orden de Dios de abandonar todo lo suyo, su pasado, sus costumbres, su patria, su casa paterna. Acepta en sumo silencio. Oye, opta, y hace: se va. Nada pronuncia al respecto. Nada pregunta. Aunque mucho habría para preguntar: por qué, cómo, de qué manera, hacia adónde.

“El país que te indicaré” –le dijo Dios. Nada más. Sin embargo no tuvo necesidad alguna de preguntar, hablar. Optó y se dedicó a realizar su opción.

Arribamos al capítulo 15. Dios le habla y le dice: “Mucha será tu recompensa.” Abraham replica: “¿Qué me darás si yo estoy solo, sin hijos…?” ¿Cómo sonaban esas palabras de Abraham? "¿Qué me darás? Yo estoy solo, sin hijos..."

Las oigo melancólicas. Con un grito de protesta contenido. Un velado reproche a Dios. ¿Un hombre de fe protestando contra Dios? – se estremece el piadoso lector contemporáneo.

En la Torá, sí. Fe es diálogo, y no mera entrega pasiva. Fe es comunicación con Dios. Así Abraham, Moisés, Jeremías. Así todos. A veces callan. Otras hablan, gritan, reclaman. Esta es fe viviente. La fe implica reflexión.

Se patentiza, justamente, en la superación de la duda. Y se pone a prueba en la duda que vendrá luego. Fe y prueba son elementos correlativos de un mismo ser. ¿Cómo responde Dios?

¿No se encoleriza con él? No. Lo trata dulcemente como padrea hijo, maestro a alumno. Quizá ame Dios esa vacilación. Indica autenticidad. En la Biblia hebraica Dios gusta de los rebeldes. Justamente a ellos los elige. Si son auténticos.

Son los que valen, los que se debaten interiormente. Tienen la conciencia constantemente vigil, alerta. Odia en cambio a los autómatas, a aquellos que siempre “hablan bien” y piadosamente de Dios (como ser los compañeros de Job).

Con dulzura se dirige Dios a Abraham, como si fuera un niño, y comprendiendo su íntimo sufrimiento, lo toma de la mano y…

“Y lo sacó afuera y dijo: Mira el cielo, y cuenta las estrellas; ¿podrás contarlas? así será tu simiente.”

Cuando un niño está angustiado no hay que gritarle. Hay que tomarlo así, suavemente, de la mano y mostrarle las estrellas, para que se apacigüe, para que lleve su espíritu por encima de la emoción que momentáneamente embarga su ánimo.

Extraído del libro: “La Torá” de Jaime Barylko

viernes, 23 de octubre de 2009

Parashat Hashavua

PARASHAT NOAJ

Lectura de Torá: Génesis 6:9-11:32 Haftará: Isaías 54:1-55:5

Parashat Noaj nos cuenta la famosa historia del diluvio. El punto principal de esta Parashá se resume en dos párrafos: "Después dijo Dios a Noé: "Entra en el arca tú y toda tu casa, pues sólo tú has sido hallado justo en esta generación" (Gen.7:1) y, "Sal del arca tú y tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos contigo" (Gen.8:16).

Podemos interpretar las frases "Entra en el arca…" y "Sal del arca…" simplemente como referentes a la entrada y salida del arca, que ordenó Dios a Noé construir para salvarse del diluvio y para salvar la vida de la faz de la tierra. Pero podemos también interpretar estas palabras de otra manera. El arca no es solamente el arca que construyó Noé el único justo de su generación, físicamente hablando, sino éste es el arca espiritual que nos vemos obligados a construir en cada generación, día tras día, hora tras hora.

En el libro "Adornos de la Torá" (Ituréi Torá) tenemos la interpretación del Baal Shem Tov a este tema: "Entra en el arca tú y toda tu casa…"arca (teivá) significa también palabra. Esta es una alusión a que el hombre debe entrar en cada palabra de las palabras de la Torá y de los rezos con todas sus fuerzas…poniendo su corazón."

Aunque estamos obligados a entrar en el arca, estudiar la Torá, rezar y profundizar en los mensajes que se encuentran en nuestra literatura sagrada, es importante recordar asimismo que estamos obligados a salir del arca en el momento más adecuado. La entrada al mundo de la Torá y de los rezos no nos garantiza perfección espiritual. A veces, la entrada al arca constituye un obstáculo espiritual para el hombre que, por influencia del estudio y los rezos, se considera un justo al que no le hace falta corregirse y desarrollarse espiritualmente.

En el libro de Baal Shem Tov sobre la Torá (Parashat Bereshit, 155), él cuenta sobre un hombre que durante toda su vida se ocupaba de la Torá y de los preceptos, y cuando estaba enfermo, suplicaba a Dios que se apiade de él, remarcando el hecho de haber estudiado Torá y cumplido preceptos toda su vida. Pero esto precisamente era lo que viciaba su plegaria. Estaba tan seguro que el estudio y sus obras eran buenos, que nunca analizó sus propios actos ni se arrepintió por ninguno de ellos.

La entrada en el arca espiritual es esencial para la continuación de la vida, tal como lo fue la entrada al arca material. Pero la salida del arca es igualmente esencial.

"Sal tú del arca…" significa que no sólo el mundo espiritual es importante, sino también el mundo material. "Sal tú del arca…" significa que tenemos que basarnos en el arca espiritual sin ser prisioneros de él. El desafío consiste en encontrar la relación entre el arca espiritual y la complicada realidad del mundo material.

Dios denominó justo a Noé, y lo invitó a construir un arca y a entrar en él pero Noé, tal como cualquier otro hombre tuvo también que salir del arca y participar en la reconstrucción del mundo.

Cuando nosotros, miembros del Movimiento "Masortí", declaramos el principio de "Tradición y cambio", estamos tratando de realizar los dos aspectos de esta Parashá- "Entra tú en el arca…" y "Sal del arca tú…", para poder asegurar que nuestra Torá sea siempre viviente y fuente de inspiración tanto individual como general.

Dios quiera que sepamos entrar al arca y salir de él para construir un mundo mejor.

Gila Dror (desde Israel)

SHABAT SHALOM!!!

Fuente: www.nci.org.uy/

viernes, 9 de octubre de 2009

Vezot Haberajá - El impacto histórico de Moshé

Los últimos párrafos de la Torá se leen en los días finales de la festividad de Sucot, días que nuestros jajamim califican como una festividad aparte. En Israel se celebra el octavo día de Sucot bajo el nombre de Sheminí Atséret y en la golá, la diáspora, se celebra un día adicional que se denomina Simjat Torá. Este día de Simjat Torá, que quiere decir “la alegría de la Torá”, es seleccionado para finalizar el ciclo anual de lectura. Tal como su nombre lo indica, es un momento de alegría y de regocijo por haber terminado la lectura (el estudio) completa de la Torá. El hecho de que se de comienzo a un nuevo período de lectura, el Shabat siguiente, significa que consideramos que uno nunca termina de estudiar la Torá. Cada lectura adicional, sirve para un aprendizaje nuevo, para una comprensión más profunda de este mensaje eterno.

Nuestro texto reza Torá tsivá lanu Moshé, morashá kehilat Yaacov, que quiere decir, Moshé nos dio una ley, posesión de la comunidad de Yaacov. La palabra morashá, proviene de la misma raíz que yerushá que significa herencia. Samson Raphael Hirsch hace hincapié en el hecho de que la palabra morashá no pertenece a la declinación pasiva del verbo. Morashá supone acción. Por lo tanto, la enseñanza es que la Torá no es adquirida en forma pasiva. Se requiere el estudio activo para su adquisición y posesión.

El Midrash plantea la pregunta, ¿por qué no entregó Dios la Torá al primer judío, o sea al patriarca Avraham? La respuesta que se ofrece es que la Torá que contiene seis cientos mil letras le fue otorgada al pueblo cuando contaba con el mismo número de almas. Efectivamente, ese fue el número de los hombres adultos en el momento de Yetsiat Mitsráyim, que es el éxodo de Egipto. Esto quiere decir que a cada miembro del pueblo judío de aquel entonces, le corresponde una letra de la Torá. La enseñanza que se desprende de este midrash es que la Torá no es la posesión o la herencia personal de un solo individuo, incluyendo al adón haneviim, al señor de los profetas, Moshé Rabenu. La Torá es el tesoro de la comunidad, de todo el pueblo. Cada una tiene una “letra personal” que contribuir al conocimiento. La enseñanza y la transmisión de la sabiduría contenida en estos rollos es responsabilidad de cada generación. Así dicen los jajamim, kol hamonea halajá mipí talmid keilu gozló minajalat avotav, que quiere decir que son equivalentes, ocultarle a un discípulo una ley de la Torá y despojarlo de su herencia ancestral.

Con su último aliento Moshé bendice a cada una de las tribus de Israel. Moshé concluye sus palabras diciendo, ashreja Israel mi jamoja am noshá baShem, que quiere decir dichoso eres oh, Israel, ¿quién es como tú, pueblo salvado por el Eterno? El pueblo judío es, mi jamoja, un pueblo simplemente distinto. A pesar del famoso monólogo que Shakespeare pone en boca de Shylock, afirmando: cuando somos lacerados, ¿acaso no sangramos?, la historia de Israel es el relato de las hazañas del pueblo que es “otro”, que se distingue por ser un pueblo diferente.

El Talmud y el Midrash contienen diversas versiones y relatos del fallecimiento de Moshé. Los ángeles se negaron a ser los emisarios para llevar su neshamá, que es el alma. Dios mismo, entonces, le arrebata la neshamá a Moshé con un beso. Moshé es enterrado en un lugar desconocido a fin de que su sepulcro no se convierta en un lugar de adoración. La tradición judía es muy celosa con su idea monoteísta y no permite que un ser humano sea confundido con la divinidad. Pero si no se sabe dónde está el sepulcro, ¿quién enterró a Moshé? Según una interpretación, Dios enterró a Moshé. Una segunda versión afirma que Moshé se enterró a sí mismo. La enseñanza que se deduce es que Moshé no ha muerto, en el sentido corriente de la palabra. La enseñanza de Moshé continua vigente hasta nuestros días. En efecto, lo kam naví od beIsrael keMoshé, desde aquel entonces en los anales de nuestra historia no surgió una personalidad de igual fuerza espiritual. El liderazgo de Moshé es único.

El estudio cuidadoso del texto de la Torá revela una oposición básica al liderazgo supremo de un ser humano. Por ejemplo, en el caso del mélej Israel, la Torá concibe el nombramiento de un rey como una concesión a la debilidad del pueblo que desea ser como todas las naciones. La Torá previene que el mélej deseará un harén, caballerizas, plata y de oro en abundancia, y todo ello se obtendrá a través de exigencias al pueblo. No obstante las advertencias mencionadas, el Tanaj relata que cuando los Filisteos invaden Israel, el pueblo clama por un rey que pueda unificar las fuerzas judías para rechazar la incursión. Shaúl es ungido por el profeta Shemuel como el primer rey para repeler al invasor. Pero Shaúl cae en desgracia porque desobedece una instrucción esencial de su mandato. David es el segundo rey y tiene como misión la unificación de las tribus dispersas en una sola nación y de tal modo completar la conquista de la tierra prometida. El propósito fundamental del reino del tercer rey Salomón es la construcción del Beit HaMikdash. Cada monarca tiene una meta específica que cumplir. Sin embargo, en cada uno de ellos existen fallas importantes. Algunos fallan totalmente en su misión. El único líder por excelencia es Moshé. Tiene las facultades y el mando del mélej. El pecado que le impide entrar a Érets Israel es una demostración de su humanidad. De no ser así, podríamos haberlo confundido con la divinidad. Porque, por definición, todo ser humano yerra.

¿Por qué es el liderazgo de Moshé diferente? Los reyes de Israel tenían que escribir su propio rollo de la Torá en demostración de que su mandato era constitucional y tenían que regirse por las normas contenidas en estas escrituras sagradas, que servían de freno para sus ambiciones. Se puede argumentar, tal vez, que la singularidad del liderazgo de Moshé reside en sus facultades intelectuales. El pueblo sigue las instrucciones de Moshé tal como los discípulos se someten a los argumentos y a las explicaciones convincentes del maestro. La fortaleza del liderato de Moshé reside también en la característica espiritual de su personalidad y sobre todo en su rol de maestro. ¿Bajo qué nombre conocemos usualmente a Moshé? La respuesta inmediata es Moshé Rabenu, que quiere decir nuestro maestro Moshé. Este tipo de liderazgo no es incondicional y puede confrontarse con otros argumentos intelectuales. Y esta es una característica del geist de nuestro pueblo, que consiste en el cuestionamiento de las cosas y de las personas. Por otro lado, la aceptación del liderazgo razonado es totalmente voluntaria, porque radica en el reconocimiento de que la conducción de los destinos de los pueblos se apoya en el intelecto y el raciocinio.

El liderazgo intelectual sobrevive al individuo, porque se fundamenta en ideas y no en una personalidad dominante. Los Césares y los Atilas, los Napoleones y los Stalins pertenecen cada vez más a un legado histórico distante que tiende a ser de interés arqueológico. En cambio, los dirigentes que propugnan conceptos revolucionarios e ideas nuevas que promueven transformaciones profundas en la sociedad humana, sobreviven a la transitoria permanencia de sus protagonistas en el mundo. Sin duda, Moshé es el ser humano que dejó la más profunda huella en la historia intelectual y espiritual de la humanidad. Los rollos de la Torá constituyen el testimonio de la imponente personalidad de Moshé Rabenu, de su impacto y vigencia en todas las generaciones. Incluyendo, desde luego, la nuestra.


Pynchas Brener
28/09/1994

viernes, 2 de octubre de 2009

Parashat Hashavua

EL ANTI PESAJ

Sukot, a diferencia del resto de las festividades de peregrinación, no conmemora ningún acontecimiento histórico puntual. En Sukot más bien celebramos el cuidado de Di-s por nuestros antepasados al hacerlos morar en cabañas durante la travesía del desierto.¿Por qué entonces no celebramos esta festividad en el mes de Nisan? ¿Acaso no dice la Torá: ‘En las cabañas hice habitar a los hijos de Israel cuando los saque de Egipto’?Tal vez la respuesta sea que sólo quien atravesó la experiencia de los Iamim Noraim, y se apegó a los valores espirituales que emanan de ellos, puede vivir en paz el desapego del confort, salir de su casa y pasar a vivir en una frágil Suká durante siete días.Sukot está en las antípodas de Pesaj, separadas exactamente por seis meses. Sukot al comienzo del otoño, y Pesaj al comienzo de la primavera.Sukot, en cierto modo, es el anti-Pesaj. Y no sólo por estar en las antípodas del calendario hebreo. Pesaj es la festividad del confort. Ponemos almohadones como respaldo y comemos recostados; nos tratamos unos a otros como si fuéramos reyes.Sukot es todo lo contrario. Nos ensuciamos construyendo la Suká con nuestras propias manos, nos mojamos (si llueve), vivimos siete días sin muebles ni vivienda firme y resignamos la intimidad que nos ofrece nuestro hogar.Sukot es la festividad en la que nos apegamos a las cosas sencillas de la vida y, aun así, ejercitamos la alegría, tal como nos pide la Torá: VeSamajta BeJagueja VeHaita Aj Sameaj. ‘Y te alegrarás en tu festividad y serás feliz’. Sukot nos enseña que no ‘somos’ lo que ‘tenemos’.Un desafortunado adagio popular dice: ‘El dinero no hace la felicidad; la compra hecha’. Mucha es la gente que vive la vida a la luz de este refrán. Corren afanosamente detrás del confort y los placeres; son esclavos del consumo y la holgura material. Hallan felicidad en ello, pero su felicidad es –a menudo- una mera ilusión óptica. Sukot llega a nosotros cada año con un mensaje opuesto al de aquel adagio. Sukot nos dice: Si logras ser feliz sin dinero y sin confort, entonces eres doblemente feliz. Sukot nos visita cada año con la felicidad en su estado más elemental. Di-s nos conceda la gracia de experimentarla y saberla apreciar.

RAB GUSTAVO SURAZSKI

jueves, 24 de septiembre de 2009

Parashat Hashavua

Shabat shuba

BS”D

פרשת השבוע

Parashat Haazinu (Dvarim 32:1 - 32:52)

Comenzamos a transitar el nuevo año y las palabras de Moshé nos invitan a la reflexión, pidiéndonos “haazinu”, es decir “escuchen”. Aquel discurso que Moshé dirigió al Pueblo de Israel en forma de poesía, no fue solo para la generación de su época sino que se renueva para cada uno de nosotros con la intención de que siga teniendo sentido para las generaciones posteriores.

Moshé le pide al cielo y a la tierra que sean testigos de aquello que dirá: “Escuchen los cielos… y oiga la tierra” (32:1) y a partir de ese momento les recuerda a los Benei – Israel las bondades que hizo Hashem para con ellos desde que los liberó de la esclavitud hasta que los condujo a la tierra prometida con toda su abundancia, permitiéndoles vencer a sus enemigos. Sin embargo, también les advierte que esta situación puede cambiar si ellos abandonan las enseñanzas de la Torá y pierden su fe en Hashem influenciados por las costumbres de los pueblos vecinos. En consecuencia, Israel perdería su lugar privilegiado entre las demás naciones y la congregación judía se dispersaría perdiendo su unidad.

Volviendo al pasuk mencionado, podríamos preguntarnos qué necesidad tenía Moshé de invocar a estos testigos cuando sabemos que es la palabra de Hashem la que transmite al pueblo y que alcanza por sí misma. Pero, él insiste en estos verbos: escuchar y oir. Si bien, podemos pensar que su significado es el mismo, analizándolos un poco más profundo es posible notar que no lo es. El escuchar se refiere a cuando dos o más personas se comunican estando una cerca de la otra, mientras que el oir nos indica que están lejos. Según nuestros sabios, Moshé era un hombre que estaba en un nivel moral alto en relación a los demás, por lo que se ubicaba más cerca del cielo que de la tierra. Así, al hablar a los cielos optó por “escuchen” a diferencia de cuando habló a la tierra.

De esta manera, todo el pueblo se preparaba para ser oyente. Al igual que a los cielos, Moshé le habló a los Hijos de Israel convocándolos a que lo escuchen, porque él estaba cerca de ellos pero manteniendo una distancia necesaria para actuar como su líder y guía. Aunque, dependía de ellos el ser solamente simples receptores o transformar esa escucha en acciones, comprometiéndose a aportar desde lo individual a la continuidad del Pueblo Judío. Quiera Di-s que tengamos hoy día nosotros la capacidad de escuchar, involucrarnos y actuar, conduciéndonos por el camino de la Torá e iluminando con su luz a los que nos rodean y a quienes están por venir.


SHABAT SHALOM

Alejandra Mauas Wallach

Directora Educactiva Jerusalem

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Parashat Hashavua

B”H
Parashat Nitzavim. Unidos lograremos la redención. El quebrado sonido del shofar, que resonó durante todo Ellul, por fin logró desoxidar las bisagras de las puertas del cielo y poco a poco comienzan abrirse los portones de la providencia divina. Este año anciano, cansado de tanto correr, quiere ceder su lugar al nuevo que esta por nacer y mientras nosotros, aguardamos en la sala de espera para verlo ver por primera vez la luz del día. Tan solo una semana separa al viejo año del joven, y mientras aguardamos pacientemente, oímos las palabras de Parashat Nitzavim: “Vosotros todos estáis hoy en presencia de Di’s, vuestro Di’s: los cabezas de vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros oficiales, todos los hombres de Israel; vuestros niños, vuestras mujeres y los extranjeros que habitan en medio de tu campamento, desde el que corta tu leña hasta el que saca tu agua; para entrar en el pacto de Di’s, tu Di’s, que bajo juramento Di’s, tu Di’s, concierta hoy contigo, para confirmarte hoy como su pueblo y para que él sea tu Di’s, de la manera que te ha dicho y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob.” Rosh ha Shana será el momento en el que la concepción del nuevo año se realice y nosotros renovemos nuestro pacto con Di-s. Aquél pacto que fue aceptado por Abraham, luego por Itzjak y así sucesivamente hasta llegar a Moshe, el que hoy, todos nosotros debemos confirmar, como está escrito: “Y no solamente con vosotros hago yo este pacto y este juramento, sino con los que están aquí presentes hoy con nosotros delante de Di’s, nuestro Di’s, y con los que no están aquí hoy con nosotros.” Devarim 29:14-15. Veamos a este infante como la oportunidad que Di’s nos regala para cumplir con su voluntad y redimir nuestras almas perdidas. Para ello, es fundamental que hagamos un balance de nuestras acciones, para reconocer cuantas mitzvot cumplimos, cuales incorporamos el año que paso y planeemos de qué forma incrementaremos nuestro haber. Deseo que este año seamos todos inscriptos en el libro de la vida plena, bendiciones y paz, que llegue la paz a nuestra medinat Israel, que en la Argentina cese el miedo, la inseguridad, la ignorancia, la pobreza y que en consecuencia, unidos, concretemos el tikun olam.
Shabat Shalom, Marcos Perelmutter.

Se lanzó Nofim 2009/10!!